Corea Torres (Nicaragua. Naturalizado mexicano. Reside en Puebla, Pue. México.)

 

Estudió Ingeniería Química en la BUAP. Escritor y Mediador de Lectura diplomado por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Asesor independiente de proyectos literarios. Coordina la Sala de Lectura Germán List Arzubide del Programa Nacional de Salas de Lectura, en Puebla. Coordinador, editor, de la sección de Crítica, y miembro del Consejo editorial de la revista virtual bimensual www.caratula.net que dirige el escritor nicaragüense Sergio Ramírez (Premio Cervantes de Literatura). Colaborador de la revista El Hilo Azul (impresa) del Centro Nicaragüense de Escritores, que dirige Sergio Ramírez, y de la revista virtual Abril, que dirige Erick Aguirre y Daysi Zamora, escritores nicaragüenses. Ha publicado: Ámbar: espejo del instante (Poesía colectiva, 2020, Ed. 7 días) Ahora que ha llovido (Poesía, 2009 CNE), entre otros. Galardonado con el Certamen de Publicación que convoca el Centro Nicaragüense de Escritores, la Asociación Noruega de Escritores y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega.

 

Del poemario Aleteos de un funámbulo, contenidos en el libro Ámbar: Espejo del instante

duermevela en bochorno

Los movimientos se dibujan a lo lejos,

barruntos;

una tempestad de contorsiones.

La fiesta ha iniciado:

invocada energía:

rito:

los cuerpos húmedos se resisten

a la ardiente tarde.

El vaticinio apenas parpadea,

los amantes crujen

y ojos clandestinos guardan para sí

la conquistada ebullición,

sólo es un instante en la riada:

playa virgen para el explorador

lanzado sin más aperos que

la insaciable garganta del mar en verano.

El péndulo del deseo

marca las horas

como barca a la espera de la noche,

presta a transitar la salóbrega superficie

imaginada en la modorra,

hacerse de ella,

plantar la palma de las manos en esa

tierra primigenia:

virgen desflorada.

____________

electro-bios

Frente a la playa

cierro los ojos para ver el sol,

se inundan de rojo.

Figuras fugaces aparecen:

oleaje,             paisaje,                        voltaje:

sí, es una electricidad distinta,

como si los extremos nerviosos

hubiesen sido recargados.

No deseo abrirlos en este momento,

mi alrededor:

arena fina del sentido

provee de imágenes caóticas la pantalla:

el vuelo de lanza del pelícano

a la caza del pez,

la parvada de gaviotas

trazando geometría,

 

y la ostra, inmutable,

obedece a las claras

la orden de la paciencia.

Partículas ínfimas de piedra

entrechocan en mis piernas,

me estremezco,

en mi mundo: la particularidad en su esencia;

dejo a un lado por un instante la relación con el todo,

sólo así el rojo permanece en la retina:

concilia con sabiduría

el atribulado yo,

siempre atareado con la realidad impuesta:

oleaje,             paisaje,                        voltaje:

nervio alterado

la posibilidad de naufragar aún hasta en mar calmo:

como si en esa paradoja

la respuesta a la ceguera roja

magnificara la explicación de quietud necesaria

en el ir y venir del agua

sobre mis pies.

Arriba la tempestad,

abajo los elementos evocan origen

alborotando al azar en su ruta del inicio:

oleaje,            paisaje,                        voltaje.

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