I
Lo único que me recuerda a ti,
es aquel tatuaje en tu espalda,
aquel ojo que me veía surcar tu piel junto a la mariposa,
mientras revoloteábamos.
II
Este ya no es mi pueblo,
está triste,
los perros vuelan por hambre,
los niños por igual.
Este no es mío,
caminamos con la cabeza torcida.
Mi pueblo era naturaleza,
viajaba en moto,
aventándome de prejuicios,
pero esto es sólo una utopía ciega.
III
El gran fumador
conducía a persuasivas sonrisas de Corina,
por la impertinencia del tigre,
él esperaba una dama de bolsillo,
pero primero llegó la muerte,
que le suplicaba para reír.
IV
Muchos días vimos en el frío zafiro
regresando a casa como ancianos,
ya estando añejo, la naturaleza lo llama.
Aún apresuraremos el peso, tal vez la embriaguez,
nos habrá sentado a cenar.
V
Tu juego es radiante,
contiene una naturaleza traviesa,
haciendo nuestros cuerpos luz,
luz matutina,
que llega al espejo más lejano.
VI
Yo no lloro por un amor,
eso, va y viene,
por los errores,
no sueño otra cosa.
Todos los días son nublados en la montaña,
solo no me siento bien,
no descanso,
mi sonrisa se ha quemado,
me da miedo salir al futuro,
hiriendo a más personas,
he jugado mal.
Cerrados mis ojos,
no puedo aceptar la realidad,
descuidé la historia.
La tenía sonriente,
pero ya no hay voces a mi lado,
por favor,
amigo,
escúchame.
Ya se ha borrado tu cuerpo,
lo que descubrimos nunca existió.
Las fracciones de segundos,
cambiaron más el pasado.
Muevo la cabeza y aún no veo,
paso las hojas y sigo sin ver,
los viejos amigos, se han quedado,
en viejos.
Es correcto enojarme conmigo mismo,
por decir tantas palabras vacías.