Tragicomedia del avión presidencial

José Antonio López Sosa

Felipe Calderón, entonces presidente de México, firmó un contrato leonino donde se pagó un sobreprecio por un Boeing 787/8 cuando estaba a punto de salir el modelo /9… malo.

Enrique Peña Nieto recibe el avión presidencial y lo estrena, abusa con la cantidad de gente y los gastos que representaron sus viajes al extranjero a bordo del nuevo TP01… malo.

Andrés Manuel López Obrador promete en campaña y refrenda llegando al poder, que vendería el avión, mismo que no se había terminado de pagar y cuyos arreglos en interiores lo imposibilitan para operar en una aerolínea comercial, no obstante insiste en que venderá algo que aún se debía… malo.

El avión presidencial se va a los Estados Unidos y desde el gobierno mexicano, se debe pagar dinero por mantenimiento y por tener en un hangar en California, nos ha costado dinero a todos sin usarse… malo.

Se pretendió rifar el avión presidencial a través de la Lotería Nacional, sin embargo se elaboró un sorteo donde el premio no es el avión sino el resultado de dividir parte de su valor entre algunos ganadores… malo.

Regresó ayer el avión a la Ciudad de México, sigue sin venderse y sigue constándonos dinero, además seguirá costando en tanto no se concrete alguna venta… malo.

Sí, la compra del avión presidencial fue resultado de un abuso del poder por parte de Felipe Calderón y su uso en otro abuso de poder por parte de Enrique Peña Nieto, sin embargo el costo que ha tenido al erario desde que entró en desuso, ha sido también un abuso de poder del presidente López Obrador.

Sí, es plausible que viaje en avión comercial, que sea austero en sus viajes, pero si la necedad de no usarlo nos cuesta más dinero, es también un abuso de poder por parte del presidente.

Viajar en avión comercial no hace a un gobernante mejor o peor, el avión se compró en otra administración y en lugar de buscar un ilícito en la operación o una sanción administrativa, se castiga al erario de donde se paga su desuso.

Qué bueno que no se comentan los excesos de Calderón o de Peña, pero qué malo que sigamos pagando por una decisión unilateral del presidente en turno.

Y ahora, ¿qué haremos con el avión?

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