Segundo informe de AMLO

EDITORIAL

 

 

Según las mediciones del Modelo Poll of Polls (MPP) de oraculus.mx, el 57% aprueba la manera en que está gobernando el país y el 39% lo desaprueba.

Se trata de un porcentaje importante, ya que estamos en medio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, por el pésimo manejo del gobierno de la pandemia de covid-19, donde hemos rebasado el escenario catastrófico de 60 mil muertos que el doctor López-Gatell visualizó en junio pasado, y por la incapacidad gubernamental de resolver el problema de la inseguridad en el país.

Con esto, la popularidad del Presidente debería estar por los suelos. No lo está, pero tampoco se encuentra en las nubes. En febrero de 2019 vaya que ahí estaba con una tasa de aprobación de 81% en el MPP. Desde entonces descendió y en marzo se estancó en niveles del 58-57 por ciento.

Y es que a 20 meses de haber tomado posesión, AMLO está por debajo de Felipe Calderón, quien tenía una aprobación del 62% en ese momento de su sexenio, y empatado con Fox en 57 por ciento.

¿A qué se debe la persistencia de una alta popularidad relativa del Presidente?

Existen diversas hipótesis. Hay quien encuentra a una población que busca la guía de un macho alfa ante el miedo que tiene por una realidad tan adversa. Otros lo atribuyen a la fuerza de las posturas ya definidas de la población. También está la teoría de que la gente se refugia en la esperanza, el anhelo de que, eventualmente, las cosas van a mejorar, frente a las penurias de la realidad. Y quien piensa que la población mexicana se encuentra en estado de shock, que no le ha “caído el veinte” de la gravedad de los problemas.

Una de las razones de la alta popularidad del Presidente se debe al genio comunicativo de AMLO: tiene una capacidad impresionante de imponer la agenda pública, distraer de los problemas críticos del país y conectar discursivamente con la mayoría de los mexicanos.

Quizá todas estas hipótesis sean verdaderas porque no son excluyentes. Ojalá algún día la academia nos dé la respuesta con base en la evidencia empírica. Por lo pronto, sea por el macho alfa, la fuerza de las posturas, el refugio en la esperanza, el shock o el genio comunicativo, lo cierto es que AMLO sigue fuerte.

Lo cierto es que, de seguir los malos resultados, su popularidad bajará. De hecho, ya lo estamos viendo porque, si bien la aprobación se ha estancado desde marzo, lo que sí ha crecido es la desaprobación.

Otra alarma más para AMLO es que, si bien él sigue siendo popular, cuando se le pide a la gente que califique su actuación en temas concretos, los resultados son adversos. Así lo dicen los datos de vivienda pública. Sólo el 37% dice que lo ha hecho bien en salud, 36% en el combate a la corrupción, 35% en combate a la pobreza, 31% en seguridad, 28% en economía y 26% en combate al crimen organizado.

Y es que, frente a los malos resultados económicos, sanitarios y de seguridad, el Presidente ha tratado de posicionarse en el tema donde se siente más seguro: el combate a la corrupción. Las encuestas, sin embargo, demuestran que éste no es un asunto que les quite el sueño. Las encuestas demuestran que los dos principales problemas del país son la inseguridad (número uno) y la economía.

El  Presidente quiere llevar la discusión pública al tema de la corrupción, cuando ésta ha pasado a un tercer o cuarto plano en las preocupaciones ciudadanas. En este sentido, no sé si le va a funcionar quedarse a jugar en ese terreno para mantener su popularidad y hacer campaña rumbo a las elecciones de 2021.

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