Elecciones y caos en Puebla

 

El proceso ha sido sumamente desaseado. Y es que, en medio de la confusión que han dejado los intentos de reformar las leyes electorales; la integración de un INE “amigo” y, sobre todo, la desenfrenada y anticipada carrera de aspirantes, el Proceso Electoral Federal 2023-2024 en Puebla y el país, que comenzará formalmente hasta el mes de septiembre, se ha convertido ya en un verdadero caos.

Esta ingobernabilidad está atizada desde Palacio Nacional o al menos es lo que ha denunciado una parte de la oposición. El pronóstico, a un año de las campañas y la jornada electoral, es reservado.

Nunca, con tanta anticipación, se habían visto tantas bardas y espectaculares con propaganda electoral.

La supuesta discreción que se pretendió simular al principio, con la publicidad de libros, revistas y periódicos con fotos de posibles candidatos, se ha perdido totalmente. Ya no hay pudor y son francamente propaganda política.

Mientras tanto, el INE, que ahora dirigen cercanos a la Cuarta Transformación, no hace ni dice nada. Ni siquiera ve.

Algo similar ocurre con las autoridades electorales locales en todos los estados. Particularmente, el papel del Instituto Estatal Electoral (IEE) ha sido lamentable. Es inexistente.

Sobre el tema, ha tenido que intervenir el gobernador de Puebla, Sergio Salomón Céspedes Peregrina.

Advirtió que habrá denuncias sobre anuncios y pintas en mobiliario urbano. “Estarán corriendo las denuncias pertinentes para cualquier tipo de afectación a mobiliario urbano propiedad del estado; no hay vuelta de hoja con ello”, dijo recientemente.

En paralelo, legisladores del PAN se pronunciaron al respecto, pero con tibieza y evidente miedo. Hicieron un show. Jugaron a la simulación, fueron, según, a despintar bardas. Pero solamente lo hicieron con una de Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación federal. No tocaron ninguna otra.

Por ejemplo, dejaron intactas las del titular de Gobernación estatal, Julio Huerta. También pasaron por alto las que hacen referencia al diputado federal Ignacio Mier.

Lo que sí aportaron los panistas fue un recuento de lo que consideran propaganda irregular en espacios públicos de la capital poblana.

Aseguran que hay 350 pintas en favor de Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Le sigue Adán Augusto López, con 119.

La cuenta sigue, con cifras menores, respecto de Julio Huerta, secretario de Gobernación estatal; el presidente del Senado, Alejandro Armenta, y hasta de la alcaldesa de San Martín Texmelucan, Norma Layón.

El mismo Julio Huerta ha llamado a sus simpatizantes a no pintar bardas con su nombre. El caos es inocultable.

Salta a la vista en toda la ciudad y por todo el estado de Puebla. También en otras ciudades y otras entidades. En medio de esto, poco ha abonado el Presidente de la República.

Desde la tribuna de la mañanera, apenas la semana pasada llamó abiertamente al voto por su movimiento.

Incluso, dio una cifra del escenario ideal: 66 por ciento de los votos para su partido y sus aliados.

Con esa cantidad de sufragios, consideró, se asegurarán las mayorías calificadas en las dos cámaras del Congreso de la Unión.

De ese modo, no habrá “bloqueo” de la oposición para la “transformación”, agregó Andrés Manuel López Obrador.

“Hay que votar no sólo por el candidato a Presidente. Hay que votar por los legisladores, por los candidatos a diputados y a senadores para que la transformación cuente con mayoría calificada…

“¿Qué es mayoría calificada? Es dos terceras partes, como 66 por ciento de los votos porque se puede tener mayoría simple, 50 más uno, pero eso permite aprobar leyes, reformar leyes, pero no reformar la Constitución”, dijo.

Y, por si quedaba duda, luego afianzó: “¿quieres que regresen los corruptos? Ya sabes por quién vas a votar. ¿Quieres que siga la transformación? También ya sabes”.

¿Cómo llamar al orden, que debe existir, en este contexto?

Estamos ante el proceso con las campañas más largas de la historia. Faltan cuatro meses para el arranque formal y casi un año para que legalmente comiencen las campañas. Sin embargo, ya están en una intensa marcha.