El triste metro

José Antonio López Sosa

En nuestros distintos espacios informativos, entrevistamos en su momento a diversos directores del Metro en la Ciudad de México, desde el ingeniero Bojórquez, pasando por Joel Ortega, Jorge Gaviño, etcétera. El común denominador siempre apuntaba a la falta de presupuesto y al mantenimiento continuo para sostener la operación diaria.

El Metro tiene una serie de problemas serios que no han sido atendidos con oportunidad.

Los Vagoneros. El comercio informal liderado por mafias se apropiaron del sistema desde hace décadas. Los encargados del Metro se han rehusado a terminar con este problema que es grave y creciente.

La seguridad. La Policía Auxiliar resulta insuficiente para cuidar al Metro de la Ciudad de México, no hay sistemas eficientes para reaccionar ante una emergencia en los trenes y andenes.

El mantenimiento de estaciones. Salvo contados casos, las estaciones del metro lucen envejecidas y sin mantenimiento preventivo, hasta que algo se rompe lo arreglan, es decir, mantenimiento correctivo.

Las escaleras eléctricas. Nunca en los últimos años, hubo en la línea 7 -por ejemplo- un día que todas las escaleras eléctricas funcionaran. Así en las demás líneas donde personas con capacidades diferentes y adultos mayores deben subir y bajar escaleras.

Lo que no se veía, el comando central del Metro que resultó tan vulnerable, que un incendió lo consumió y nos dejó sin varias líneas por varios meses.

En síntesis, el Metro no está a la altura de lo que han dicho las autoridades, el sistema que mueve a millones de capitalinos al año trabajó los últimos años al borde del colapso hasta que llegó, este fin de semana.

Bien haría el congreso local, en citar a cada uno de los directores, a ver qué nos dicen.