Delfina y sus implicaciones en Puebla

Victor de Regil

 

La reciente definición que realizó Morena, para que Delfina Gómez Álvarez, todavía secretaria de Educación Pública (SEP) federal, sea su candidata a la gubernatura del Estado de México, debe proporcionar muchas lecturas y muchas proyecciones. Algunas caerán en el ámbito exclusivo de ese partido, otras en las previsiones hacia 2024 e incluso algunas rozarán o impactarán en la misma Puebla.

Una de las primeras reflexiones es que, efectivamente, el presidente Andrés Manuel López Obrador pondera la lealtad por encima de cualquier otra cosa. Incluso por encima de la rentabilidad política.

De la preparación y de las habilidades. Por eso va la texcocana Delfina.

Con una supuesta encuesta que avala su alto conocimiento, MORENA apuesta nuevamente por quién fue su candidata derrotada en 2017. Aunque estuvo cerca, pues se quedó a 2.78 puntos del actual mandatario, el priísta Alfredo del Mazo Maza. Por supuesto, los morenistas acusaron entonces fraude. Es la escuela.

Delfina va de nuevo, aunque no tiene la mejor imagen e incluso es una delincuente electoral confesa y ya juzgada, pero pues eso no importa.

El Presidente de la República se la juega con ella en el estado con más votantes de todo el país, a pesar de las acusaciones de corrupción que hay en su contra.

Pasando por alto los diezmos que supuestamente cobraba a los empleados del Ayuntamiento de Texcoco, donde fue alcaldesa en el trienio 2013-2015.

A pesar de las comprobaciones de que la también senadora con licencia incurrido en desvío y recaudación ilegal de fondos con fines electorales.

Lo permite porque es una lopezobradorista pura. Porque al Presidente le importa más la lealtad que la eficiencia. Y eso en el entorno de Palacio Nacional es casi una santificación. Delfina representa también un riesgo de fractura en Morena en el Estado de México. La entidad con mayor peso electoral.

Recordemos que su Lista Nominal es de 12.3 millones de potenciales electores. Delfina pertenece -no hay que olvidarlo- al Grupo Texcoco de la izquierda y ha dejado en el camino a su mentor, el senador Higinio Martínez Miranda, y a su compañero Horacio Duarte Olivares.

Los dos también unos lopezobradoristas de hueso colorado. Pero los dos han quedado gravemente resentidos. Aunque en público aseguren que hay resignación. Ahí está el riesgo, que las fuerzas mexiquenses morenistas se partan.

Esa es una lectura que deberá observar, con especial cuidado, el Movimiento desde Puebla. Plantearse la interrogante: ¿puede Morena ganar Puebla dividido o roto?

Y aquí surge la gran pregunta ¿Qué pasaría si el presidente y Morena imponen a Nacho Mier o a Beatriz Gutiérrez, esposa del presidente, dejando fuera a Alejandro Armenta, quien es el mejor posicionado en ese partido?, ¿Armenta acatará la decisión salida desde Palacio Nacional o buscará la candidatura con otro partido dejando muy debilitado a Morena?

Otro elemento de reflexión en torno al Estado de México es el género. Independientemente de que hay la obligación de postular en paridad las gubernaturas, las mujeres en Morena han adquirido un papel preponderante.

No hay que olvidar que incluso la candidata presidencial podría ser la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo.

Eso hace, en un sentido ideológico, más factible que Puebla y los morenistas poblanos puedan aceptar a una mujer como su abanderada.

Todas estas hipótesis se generan y caben en torno a Delfina y al Edomex.

En tanto, lo indiscutible es que es esta la Madre de Todas las Batallas, antes de 2024.

Por el número de electores mexiquenses. Porque es el último y más importante bastión del PRI. Porque es la cuna y fortaleza del Grupo Atlacomulco. También destino y hasta la mítica Tierra Prometida del priísmo. Porque quien gane Edomex adelanta mucho a la Presidencia.

Y en todas las contiendas de 2024. Incluida Puebla.