El homicidio de Jorge Miguel Armenta Ávalos

Conjeturas

 

Por Alvaro Cepeda Neri

 

I.- En lo que va del presidencialismo lópezobradorista, respecto a las libertades de información y el derecho a la crítica, se ha creado una atmósfera que ha puesto las condiciones para la inseguridad a los periodistas –sobre todo de la prensa escrita– en el marco nacional de una criminalidad que va en aumento. Se trata de que los políticos que ejercen los poderes tienen el mismo odio a los medios de comunicación y eliminan a sus trabajadores para que estos no se ocupen de comunicar a la opinión pública lo que aquellos –abusando de sus cargos– quisieran ocultar. Todo eso sigue igual. Y hasta peor. Y se quiere resolver con la militarización en funciones policiacas. Así que los periodistas, en sus tareas de reporteros, analistas, columnistas, editores, sobreviven en ese ambiente de hostilidad a las libertades constitucionales de expresión y difusión de noticias, investigaciones periodísticas y crítica tanto a los hechos de los funcionarios como a los demás actores de la vida nacional, en la mira de la prensa.

II.- En el corazón urbano del municipio de Cajeme: Ciudad Obregón, Sonora, ocurrió el homicidio de Jorge Miguel Armenta Ávalos, el sábado 16 de  mayo. Había sido amenazado y tenía asignados a dos policías para su resguardo. Al salir de un restaurante, fue sorprendido por un grupo que los atacó, dejando sin vida al periodista y un policía; y herido al otro. A plena luz del día fue el ataque al propietario y director del diario El Tiempo, para sumar 16 homicidios en el período de la gobernadora Claudia Pavlovich. Armenta Ávalos se dedicaba, con sus trabajadores, a dar toda la información del sur sonorense, para dar cuenta de los hechos sobre la creciente inseguridad en la entidad. Este hecho demuestra una vez más que los mexicanos sobrevivimos en un ambiente extremadamente peligroso, ya que los criminales de inmediato utilizan sus armas para matar, secuestrar, desaparecer a quien trata de entorpecer, o denunciar sus crímenes; y, además, como sicarios sirviendo a los autores intelectuales, van directamente a privar de la vida a quienes estorban o, como en el caso, ejercen el periodismo.

III.- Así es como los criminales y el poder público, impunemente, están deshaciéndose de los mexicanos que, dentro del cumplimiento de las leyes, como los periodistas, llevan a cabo sus deberes. El asesinato de Armenta Ávalos nos hace ver que la inseguridad nos tiene sitiados, a merced de los matones. Y que entre los miles de homicidios por la delincuencia, los crímenes contra los periodistas marcan el seguimiento de hechos de esa naturaleza, porque la prensa, en todas sus manifestaciones de comunicación, son el objetivo para ir eliminando a quienes nos tienen al día sobre los hechos públicos de todos aquellos que tienen que ver con los poderes públicos y privados. Armenta Ávalos estaba al frente de su diario El Tiempo que, con su página digital, atendía a más de 247 mil suscriptores. A los que tenía informados. Pero, su labor no era tolerada y los autores intelectuales hicieron uso de sus sicarios, siendo atacado al estilo de los cárteles. Privando al país de un periodista.

 

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